martes, mayo 12, 2009

Beth en el hospital

Beth en el hospital

La miré a los ojos sonriendo. Parecía feliz y, ante todo, mi principal interés en aquel momento era hacer que se sintiera a gusto consigo misma.

-¿Cómo te sientes?- pregunté con complicidad.
-No sé... me siento rara... pero estoy bien. Tranquilo.
-¿Rara? ¿Hay algún problema?
-¡No, no, qué va, en absoluto! Es sólo que me da la sensación de que... de que aún lo tengo dentro-. Su rostro se ensombreció de repente. Y eso no era una buena señal.

La cogí de la mano y tiré suavemente de ella para que viniese conmigo. La llevé fuera, al patio, para que pudiese estirar las piernas y que el viento le refrescase la cara. Era una cálida mañana de principios de verano y la temperatura, afortunadamente, no era agobiante. Aproveché pues para sacarla del camino pavimentado y que sintiera la tierra de los jardines hundirse a sus pies.

Bajo las copas de los árboles corría una ligera brisa muy agradable que alborotaba su larga melena pelirroja. Cuando los mechones de pelo empezaron a taparle la cara sonrió y, cerrando los ojos, se apartó el flequillo y se lo recogió detrás de la oreja. Me encantaba su pelo, tan sedoso y liso, con aquel tono rojizo tan sensual e hipnótico...

A los pocos minutos llegamos a la cafetería. Ella no tenía ganas de tomar nada, pero conseguí que pidiera un zumo de melocotón; yo pedí un té frío con limón. Todo iba bien, hasta que me fijé nuevamente en la expresión de su rostro.

No parecía feliz ni contenta, en absoluto. Con ojos caídos se miraba el abdomen mientras lo palpaba y acariciaba con ambas manos. Suspiré al ver cómo se asustaba, cómo se echaba atrás. Aunque ya estuviera todo hecho y no hubiera posibilidad de retorno.

-Beth, mírame.

Le tendí mis manos por encima de la mesa y ella las aceptó sin tardanza. Levantó la mirada y vi que estaba a punto de llorar, con la barbilla temblándole muy rápido.

-Beth, no, ahora no; te he acompañado porque me lo pediste; me dijiste que te daba miedo, que no estabas preparada, que aún no era demasiado tarde y se podía hacer sin que hubiera consecuencias.

Una lágrima surcó su mejilla, pero no rompió a llorar sino que se quedó así, mirándome y relamiéndose los labios cuando la gota salada llegó a su comisura.

-Es que me siento vacía, como si me faltase algo.
-Estás como antes, no te falta nada.
-Pe-pero...- tartamudeó Beth mientras me soltaba y se palpaba el estómago de nuevo-... Lo noto; noto el hueco que ha dejado, me siento incompleta... Ya no está.
-¿No era esto lo que querías?

Su única respuesta fue, al cabo de unos instantes, cogerme las manos de nuevos y besarlas. Necesitaba tiempo para asimilarlo. Y yo, por supuesto, estaría ahí para dárselo.

FIN

domingo, mayo 10, 2009

Novedades

El viernes día 8 de mayo asistí a la presentación de "Dejad que os cuente algo" y "Recreaciones del viento" en el Corte Inglés de Portal de l'Àngel de Barcelona. Próximamente publicaré tanto en la página web de El Recreo como aquí la crónica del evento, la cual ahora mismo está en proceso de redacción.

La universidad me tiene frito, en especial ahora que estamos en el mes más duro por las entregas y los exámenes y las recuperaciones de junio, que están a la vuelta de la esquina. En cuanto tenga un poco de tiempo libre pienso ponerme manos a la obra con mis libros de nuevo. Mi segundo libro sigue más o menos como estaba la última vez que hablé de él, no lo he avanzado mucho. Tengo algo más entre manos, aunque no lo he cogido en serio todavía. Por otro lado, recientemente me estoy "reactivando" en El Recreo y, probablemente, dentro de poco escriba algún relato para poner en los foros de la página.

Por ahora no voy a contar nada más; no dispongo de todo el tiempo que me gustaría. Un saludo a todos y espero manteneros informados todo lo posible.